lunes, 24 de noviembre de 2008

25 Nov- Día internacional contra la violencia de género.

Chssssssss... Escucha. Son las risas de los niños, hombres y mujeres que han conseguido salir de la tormenta. Deja que te invada su alivio. Y sonríe. Sonríe mucho. Pues tu sonrisa puede enseñar a los demás que vivir merece la pena.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Cartas para el ayer.

Hola de nuevo, mi añorado y dulce amor. Otra vez he vuelto a recordarte sin saber realmente lo que siento. Recuerdo aquellos momentos como si fuera ahora y me llenan de ilusión. Desearía que no hubiera acabado así.

Las imágenes se me representan como fotografías en mi cerebro. Recuerdo tu mirada como si me estuvieras observando en este momento. El calor de tus manos agarrando las mías. De nuevo el exterior desaparece a nuestro alrededor como si estuviéramos los dos juntos, perdiéndonos cada uno en la mirada del otro. También recuerdo mis sueños, aquellas ilusiones que puse en nuestra relación y nunca llegaron, quizá porque sólo yo las tenía.

He de reconocer, y no creas que lo digo por despecho, que todavía dudo en lo que siento. Se que te quise mucho pero no se si era a ti o a la imagen que yo cree de ti. Mi cabeza quiere pensar que todo era un engaño, pero mi corazón le convence con la fuerza de sus latidos cuando te recuerdo. No se lo que pasó y mentiría si te digo que no quiero saberlo. Conociéndote, tus palabras no tendrán significado para mí, aunque mi corazón pida a gritos que te crea.

Es muy bonito vivir soñando, pero muy duro volver a la realidad. Aunque yo lo prefiero así, no quiero que mi vida sea una mentira. Quiero mi propia verdad.

Sólo recuerda que , seas quien seas, alguna vez te quise.

Por qué.

La noche era perfecta. El último sábado del mes. Él y yo, por fin juntos, camino de una noche de ensueño. Música, risas y miradas cómplices de nuestra felicidad. Todo era perfecto. De repente, tras pasar una curva la luz iluminó un obstáculo en la carretera. Con un viraje conseguimos esquivarlo. Durante dos segundos, que parecieron horas, pude retener en mi memoria los ojos de aquel perro clavados en los faros de nuestro coche, suplicando con aullidos que no le volvieran a arrollar. Ni siquiera la música pudo evitar que escuchara el sonido del miedo. Tras unos minutos llenos de lágrimas, gritos y miles de preguntas conseguimos dar la vuelta. En nuestro pensamiento sólo existía la imagen de aquel cuerpo que apenas podía moverse, y la desesperación de dos llamadas a emergencias, fallidas por falta de cobertura. Silencio. Sólo se apreciaba el latir de nuestros corazones. Había mucho tráfico. La velocidad era mayor, pero la distancia parecía más larga.
Cuando llegamos allí no había nada. Nada. Avanzamos un rato más. Nuestros ojos buscaban entre la oscuridad. Allí no estaba. Suspiramos, en parte aliviados pensando que alguien se nos había adelantado. Pero nuestro corazón lloraban por dentro. No entendíamos por qué alguien lo había abandonado allí.

Quién eres.

Me observo en el espejo y no me reconozco.Los ojos que me miran no son los míos. Mi cuerpo, antes perfecto, no es la misma inmensidad que se refleja. ¿Dónde estás? Me busco.Me llamo. Grito. Espero oirme a mí misma y encontrarme. Mis manos acarician la cara de mi reflejo.Sí, son mis manos. Y quizá, oculta en aquella falsedad puedo apreciar mi mirada en esos ojos que me examinan como si me vieran por primera vez. Le repudio, odio al ser que vive en mi espejo. Me tiene oculta, atrapada. Me ha hecho vulnerable de la vida. Soy la hija de la desidia. ¿Qué voy a amar en ella si no soy yo? Y ella lo sabe. Ni siquiera es capaz de mantenerme la mirada. Quizá, si vuelvo a gritar… No. No estoy ahí. Esa no soy yo. Yo sonreía. Y ella vive en su oscuridad. Me arrastra con ella. Me engaña. Escúchame. ¡Escúchame! Soy yo. ¡Vuelve! Deja que te vea. Deja que vuelva a ser yo.